LEMA DE 2008: COMO PABLO, MISIONERO POR VOCACIÓN.
COMO PABLO: La figura de San Pablo se ofrece a quienes trabajan en la misión como paradigma del testigo de la fe para los que aún no han conocido el Evangelio. El recuerdo del II milenio de su nacimiento es la ocasión para contemplarle como referencia para quienes, como él, también han sido llamado a la misión.
MISIONERO: Palabra clave y esencial. Hace referencia a quien “sale” de su tierra y parte a otros lugares para anunciar el Evangelio, entregando toda la persona y toda la vida, “con una donación sin límites de fuerzas y de tiempo” (RM, 65).
POR VOCACIÓN: Pablo se presenta al inicio de sus cartas como el llamado por Dios para anunciar el Evangelio. Se trata de una “vocación especial, que tiene como modelo la de los apóstoles: se manifiesta en el compromiso total al servicio de la evangelización” (RM, 65). No es cuestión de inscribirse, sino de descubrir y de responder a la llamada.
EL ROSTRO DE UNA PERSONA NECESITADA: Nada más conmovedor que una madre necesitada pidiendo limosna con su hijo en brazos. El obispo –buen samaritano- no pasa de largo, sino que la mira con ternura y misericordia. Como Pedro Pablo... le dice: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo te doy” (Hch 3,6).
EL ROSTRO DE PABLO: Evoca la figura de Pablo que ha gastado su vida al servicio del Evangelio. En su mirada se refleja el testamento que deja a Timoteo: “He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe” (2 Tm 4,7).
LA CRUZ: En el centro de la escena está la cruz que vincula y une. Nunca separa. Desde la cruz Jesús atrae todas las cosas a sí. Pablo no presumía de saber otra cosa: “Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros,... no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado” (1Cor 2,1-2).
Fuente: Web católico de Javier.
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