Después de años de decadencia de la Hermandad del Nazareno, entra con nuevos bríos otra Junta en 1980, aportando nuevos hermanos mayoritariamente jóvenes y lograron revitalizarla en poco tiempo. Siendo Hermano-Mayor Presidente D. Rafael Sánchez Padilla, por iniciativa de la Junta de Gobierno y del párroco D. Manuel Jiménez Caro, se fusionó esta Cofradía con la Hermandad de la Virgen de los Dolores, formando ambas una misma Cofradía e incorporándose dicha advocación a su título. Tras conversaciones con Dña. Dolores Harriero Molina, se acordó la unificación de ambas hermandades. La Hermandad de la Virgen de los Dolores, carecía de casi todos los enseres, así que diversos miembros de la Junta de Gobierno realizaron peticiones por el pueblo y se compró una corona y un manto en tejido de brocado para su salida procesional, que fueron donados por el pueblo.
Durante los años 1981-1983, salían en la Hermandad tres pasos. La Virgen de los Dolores acompañaba el Jueves Santo a Ntro. Padre Jesús Nazareno y el Viernes Santo al Cristo de la Buena Muerte (Crucificado que se encuentra en la capilla del Cementerio Municipal), en un paso adquirido a la Hermandad de Nuestra Señora del Socorro en 1981, dejando de realizar la estación penitencial desde 1984 el paso del Cristo de la Buena Muerte, a causa de su deterioro. El Nazareno y el Cristo de la Buena Muerte eran portados a hombros por los "quintos" del pueblo, mientras que la Virgen de los Dolores utilizaba para su salida procesional un manto realizado en tejido de brocado de color verde en 1980. Las estaciones de penitencia se realizaban a las diez de la noche.
En 1985 la Hermandad del Santo Entierro de Bollullos Par del Condado cede su antigua parihuela, varales y palio completo para la salida de la Virgen de los Dolores, la cual es sacada por los costaleros de esta Hermandad. Este año se cambió la estación de penitencia al Jueves Santo, ya que la Hermandad del Santo Entierro lo hacía el Viernes Santo. El palio tuvo que montarse en el porche de la Iglesia ante la negativa del párroco D. Manuel Jiménez Caro para hacerlo en el interior del Templo.
Texto: Manuel Rodríguez Calvo
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